jueves, 1 de marzo de 2012

Calderas y rumanos locos

Hace mucho que no actualizo. Supongo que no tenía nada interesante que decir o  que soy demasiado vaga o las dos cosas. Pero,curiosamente, ninguno de estos motivos son ciertos. La única verdad que existe es la que paso a  relataros a continuación: 
Hace un par de meses me disponía a salir de mi casa. Y mientras me estaba arreglando o haciendo lo que podía me llegó una llamada de un número desconocido a mi Black Berry , que aunque es blanca tiene tanta inmundicia que es ahora cuando hace honor a lo de Black. Cogí el teléfono y dije: ¿Sí? Y me contestó una voz al otro lado del teléfono de marcado acento mexicano que me intentaba vender una tarifa plana. Pero ahí no acabó todo, cuando salí de mi casa me secuestró una banda de rumanos circenses, uno de ellos era enano y me resultó bastante gracioso imaginármelo manteniendo relaciones sexuales con una mujer altísima. Me metieron en el maletero de una furgoneta y entre melocotones y melones, los míos no,  me  dijeron que moriría si volvía a hacer una entrada en este blog. Luego me llevaron a un Pans and Company, me compraron un bocadillo y me dejaron en el metro de Legazpi. 
Y ese es el motivo por el que no he escrito en dos meses. Entendedlo estaba aterrorizada. Pero ya no lo estoy. Y  desde esta historia os voy a contar una muchísimo peor:
Últimamente cada vez que me voy a duchar, hago lo que todas las personas, bueno casi, porque yo me ducho con gafas de bucear. En cualquier caso, me desvisto, me pongo mis gafas de buceo y me meto en la ducha. Y no falla. NO FALLA. Cuando me estoy lavando el pelo empieza a salir el agua helada, gélida, en su punto álgido, FRÍA DE COJONES. Al principio no lo quieres asumir y piensas: “venga ahora mismo vuelve el agua calentita”. MENTIRA. No vuelve, nunca vuelve. Así que sales de la ducha llena de jabón y te arrastras hasta la cocina, mi caldera está en la cocina, mientras vas mojando el suelo, también de agua, y pegándote contra todas las esquinas. Llegas a tu destino, te plantas delante de la caldera y empiezas a cagarte en su puta madre. HIJA DE LA GRANDÍSIMA PUTA LA CALDERA. 
Y es en ese momento, justo en ese instante, cuando sabes que tu día será una puta mierda como todos los demás. Así que abres tu cajita de inhibidores de serotonina y te la tomas entera mientras la riegas con un buen chorro de Coca-Cola Light. Luego falleces y todo el mundo dice que lo siente muchísimo y que siempre se van los mejores. 
Pero es mi caldera y, a pesar de que me putea día sí y día también, la quiero mucho y nos tocamos a veces. 
Feliz jueves.

No hay comentarios:

Publicar un comentario