domingo, 20 de noviembre de 2011

Nunca será tan fácil.

Se sentó en su vieja silla e intentó respirar pero no notaba ni siquiera el aire llegando a sus pulmones. Hoy había tomado la primera decisión real en toda su vida pero se seguía sintiendo un desterrado. Cada vez se hacía más pequeño y con certeza conocía al culpable de lo que le estaba pasando, de hecho se conocía desde que nació. Encendió un cigarro y mientras el humo creaba formas en el aire, le vio.  No tendría más de 25 años, pelo negro y complexión normal. Jamás pensó que fuese así, de hecho siempre  había creído que le aterraría, pero cuando llego el momento no sintió eso, al contrario,  notó como su cuerpo se inundó de una paz desconocida para él. 

El joven se sentó a su lado y le sonrió. No dijo nada porque estaba todo dicho. Ya no había nada que hacer, su vida era como esas películas malas que ya sabes como van a acabar, pero que aún así las ves esperando encontrar algo. Se dirigió al recién llegado y le pidió unos minutos más, lo que le sirvió para volver a  respirar con normalidad. Siempre pensó que  las cosas serían diferentes, la frase “Yo no acabaré así” se había hecho dueña de sus pensamientos.

 Por unos instantes se trasladó a su pasado y busco en lo más recóndito de su mente esos recuerdos que lo habían acompañado durante toda su existencia. Pensó en su  padre, recordó la expresión de su cara cuando le decía que él  sería lo que quisiese ser, que tenía el mundo a sus pies. Esbozó una media sonrisa preguntándose si alguna vez lo tuvo, si fue así lo dejo totalmente de lado para dedicarse exclusivamente a su destrucción. No había sido fácil invertir todo lo que era en apuestas perdidas, pero lo había conseguido. 

Volvió al escenario de su vida, el mismo que diseñó exclusivamente para él, y tomó la mano que le tendía el extraño desconocido, estaba fría, sobre todo comparada con el calor que desprendía todo su cuerpo. Era la hora, su momento, por fin era el protagonista de su guión. Expiró por última vez como si quisiese expulsar sus sueños al vacio, se armó de valor y emprendió su camino.