Seguro que a muchos os pasa que no podéis evitar reíros en determinadas situaciones en las que la risa está totalmente fuera de lugar, porque no procede, porque el asunto en cuestión no tiene ninguna gracia o porque podéis herir los sentimientos de vuestros congéneres. Pero aún con esas, en muchas ocasiones el cuerpo puede más y acabáis aguantando la carcajada y haciendo muecas en las que se intuye un deformado esbozo de sonrisa que se asemeja bastante a un estreñimiento agudo.
Esos instantes, en los que no lográis contener vuestros impulsos más primarios, os hacen sentir malas personas, gente sin sentimiento o cyborgs con una mínima capacidad de empatía. Momentos en los que imploras a Dios, a Alá o a su puñetera madre que por favor no te haga sufrir más y frene esa carcajada que notas que está llegando desde lo más profundo de tu alma. Instantes en los que te sorprendes pensando en cosas tristes tales como la tragedia de Fukushima, los niños del tercer mundo o la nariz de Belén Esteban, pero ni con esas logras superar el mal trago.
Por lo tanto, con el fin de solucionar estos “tierra trágame” me dispongo a enumerar la lista de lugares/situaciones en el que las risotadas están más que vetadas:
1- Cuando un amigo/familiar/o conocido te relata una historia traumática. Por ejemplo: “A mi hermano le ha atropellado un minibús del imserso , ha perdido todos los dientes y le ha quedado un tic en el ojo derecho de por vida”. No hace falta decir nada más, pero si te ríes te arriesgas a perder el cariño de dicha persona y a quedar como un protozoo carente de emociones.
2- En un entierro. Suele ser bastante común pero cabe destacar que en estas condiciones si tienes dotes para la interpretación podrás intentar que tu risa parezca un llanto ensordecedor, pero claramente esto solo es apto para personas con un alto nivel de destreza teatral.
3- En una biblioteca. Es inevitable muchas veces encontrarse con este problema en el lugar sagrado para el estudio por excelencia. Pero en ocasiones y sin saber porqué, ves el grano del tío que estudia frente a ti, la legaña de la chica de al lado o lees en tus apuntes una errata, que en otro lugar no te haría ni pizca de gracia, y te empiezas a reír y claro si estás con alguien puedes disimular y hacer como que te ríes con tu “partener” de estudio y solo quedarás como un maleducado. El problema viene si estás solo, porque si es así la gente se cree que estás pirado y corres el riesgo de quedar como un forever alone y ser excluido socialmente de la manada.
4- De un defecto físico de alguien. Por ejemplo una vez me atendió en una tienda de ropa , no diré la marca, una chica de voz aflautada , vamos que parecía la voz principal de los pitufos maquineros y no pude evitar dibujar en mi rostro una sonrisa arcaica para después usar la táctica de los niños del tercer mundo, no funcionó.
5- Cuando alguien se cae. Es verdad no deberíamos reírnos y yo con menos razón , ya que soy el ser humano más patoso del globo terráqueo, pero no podemos evitarlo. Ya sea un anciano, un niño o incluso un discapacitado, es algo superior a la raza humana , en mi opinión debería ser objeto de estudio en futuras investigaciones de la Universidad de Wisconsin.
6- En una iglesia. No sé si será el olor a incienso que desprende la atmosfera eclesiástica o por las miradas del sacerdote al monaguillo o simplemente porque sí. Pero admitámoslo te ríes y te sientes mal a la vez. Lo peor viene cuando, concentrándote en tus esfuerzos por no desternillarte mientras te tapas la cara con el librillo de los cánticos, subes la mirada y ves al Cristo crucificado mirándote y ya se te queda mal cuerpo para lo que te queda de día, independientemente si eres o no creyente.
Tras esta reflexión y pensándolo bien puede que me merezca un destino lleno de caídas, historias trágicas, iglesias, exclusión social, una voz de pito fruto de una sobredosis de hormonas y risas en mi entierro…