Creo que casi todas las mujeres, excepto la Barbie que nació con un Ken bajo el brazo, hemos sentido el influjo de esos malditos domingos en los que te sientes sola, amargada y fea. Esos días que vas a ver una película romántica con una amiga y te retuerces en la butaca viendo como el galán de la pantalla, un chico al que le gusta la música pop-indie y las películas de serieB, se las ve y se las desea para conquistar a una zorra que no hace más que hacerse la interesante y poner gestitos . Lloramos, lo pasamos mal y elevamos al punto de ebullición nuestro odio a todos los enamorados. Porque esas películas solo te recuerdan que estás soltera, y al final del metraje solo hay un par de frases sobrevolando tu trastornada mente “Porque esto no me pasa a mí” y el clásico y demoledor “Voy a morir sola”. Así que vuelves a casa deseándole una enfermedad de transmisión sexual al director de la película, a sus actores y a todo el maldito set de rodaje.
Y yo me pregunto ¿Qué es lo que nos pasa a las mujeres? ¿De verdad necesitamos todos esos románticos actos de fe para tener una relación satisfactoria? ¿Realmente somos Julietas de la era digital esperando a un que un Romeo llegue y de un golpe de efecto a nuestras vidas?.
La culpa de todo esto la tiene Pretty Woman. Crecimos creyendo que un maromazo forrado, cuya sonrisa puede dejarte menopáusica de la impresión, se va a acercar a una prostituta, que se encontraba haciendo la calle en ese preciso instante, y va a ver en ella todo lo que su chulazo y los 800 hombres que se la han beneficiado pagando no han visto, “que-ella-no-es-como-las-demás-tío”. Porque claramente la peluca rubia y las botas hasta las ingles le demostraban que esa meretriz era diferente de las cientos de miles de putas que estaban trabajando en Rodeo Drive en ese momento, tan simple como que ella era Julia Roberts y el Richard Gere. Ella le salvó a él y él le dio un cheque en blanco y le puso un piso a su nombre en el centro de Beverly Hills. Machismo puro y duro pero nos lo tragamos con patatas y así estamos.
Obviando los motivos que nos han llevado a este estado de enajenación transitoria me da la sensación que algunas de nosotras nos pasamos la vida esperando a que llegue nuestro príncipe azul, ese hombre perfecto que en el tercer acto nos rescatará de nosotras mismas. Ese instante perfecto, con la persona perfecta, en un lugar bucólico a la par que moderno y que bajo unas velas perfumadas que desprenden un aroma a puta primavera nos diga : Eres tú.
Pero tristemente queridas mías y por mucho que me pese las películas son películas, los hombres son hombres y nosotras somos tontas.
Fantástico!!! Eres la nueva Carrie Bradshaw!!!!
ResponderEliminarPero mejorada, claro...
Besos
Eres buenísima en cada entrada. Al leerte pienso, "joder, es que es así, ¡por fin alguien lo dice!". Bravo, bravo, y bravo. Este blog debería tener la acogida que se merece.
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